lunes, 25 de febrero de 2013

Conoce las sectas 6x10

Les ofrecemos el último programa de "Conoce las sectas", el programa sobre sectarismo de Radio María de España, producido y dirigido por la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). En directo, en radio María de España todos los sábados cada dos semanas a las 20 h. (hora española).


SUMARIO:

- Con nosotros hoy...: Espiritismo, con D. Vicente Jara. 

Boletín Info-RIES nº 269

Les ofrecemos el último boletín de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES. Si desean suscribirse lo pueden solicitar de manera gratuita a http://www.ries-sectas.tk/

Boletín Info-RIES nº 269 (12/2/13).

1. ¿Son cristianos los testigos de Jehová?
2. Los Defensores de Cristo reclutaban esclavas sexuales para el líder de la secta.
3. Defensores de Cristo: cientos de víctimas, pero ninguna denuncia.
4. Los católicos bien formados, menos propensos a caer en las sectas.
5. Condenan en Rusia a un autoproclamado “mesías extraterrestre”.
6. La reorganización del lenguaje en las sectas. 
7. Angola suspende las actividades de Pare de Sufrir durante dos meses.
8. El negocio y el peligro de la magia y el espiritismo, al descubierto. 
9. Uruguay celebró a la diosa Iemanjá, versión umbandista de la Virgen de la Candelaria.
10. Piden endurecer la regulación de los programas de televisión esotéricos en España.

martes, 19 de febrero de 2013

Benedicto XVI y las sectas

Publicamos a continuación un artículo del padre Luis Santamaría, miembro de la RIES, acerca del magisterio del Papa Benedicto XVI sobre las sectas en el mundo.

El pasado mes de septiembre participé en un congreso internacional que se celebraba en Marruecos y que abordaba la religión en el mundo contemporáneo y la nueva religiosidad. Allí tuve una ponencia titulada “Las sectas en el magisterio de Juan Pablo II” (en la que analicé medio centenar de afirmaciones del Papa polaco sobre este fenómeno). Después de presentarla en inglés, comencé con temor el turno de preguntas, por lo complicado que podría ser para mí contestar de forma improvisada en un idioma que no domino muy bien.

La enseñanza de Juan Pablo II y de Benedicto XVI

Recuerdo que la primera pregunta fue la siguiente, más o menos formulada así: “usted nos ha expuesto lo que dijo el Papa anterior sobre el asunto de las sectas. ¿Coincide con lo que dice Benedicto XVI? ¿Qué dice el Papa actual sobre este tema?”. Mi respuesta, necesariamente breve porque no me había parado a recopilar de manera sistemática las intervenciones del pontífice alemán, fue que se da una continuidad en el análisis magisterial del fenómeno de las sectas, por lo que yo sé, debido sobre todo a la coincidencia de las fuentes que informan al obispo de Roma, que son las Iglesias locales representadas por sus obispos. Y aclaré que habría que esperar al final de su pontificado para poder hacer una valoración completa.

Ahora, después del anuncio que ha pillado por sorpresa a todo el mundo, el de la próxima renuncia al ministerio de sucesor de Pedro por parte de Benedicto XVI, ya es el momento de echar una mirada a su magisterio y comprobar qué ha dicho sobre el fenómeno sectario y la nueva religiosidad. Es verdad que quedan varios días de pontificado, así que habrá que esperar a su finalización el próximo 28 de febrero. Pero ya puede hacerse un primer acercamiento, no exhaustivo ni en profundidad, pero sí bastante panorámico, de lo que este Papa ha manifestado sobre el tema en sus enseñanzas (encíclicas, exhortaciones, discursos, mensajes, etc.).

Homilía de la Misa pro eligendo Pontifice

Si se trata de ver cómo ha analizado Benedicto XVI el fenómeno de las sectas en la sociedad actual y su desafío a la Iglesia, no cabe aquí todo lo que dijo y escribió con anterioridad, siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre estos temas. Porque fueron frecuentes sus alusiones a la nueva religiosidad, al ocultismo e incluso al satanismo, sobre todo en sus artículos y entrevistas. Algo normal si se tiene en cuenta la amplitud de miras de un estudio exhaustivo de la sociedad y la cultura, del mundo globalizado en el que está presente la fe cristiana. Y no podemos pasar por alto algo que dijo como Joseph Ratzinger, pero que sirve como transición al papado, ya que fue su última intervención pública antes de acceder a la sede de Pedro: su homilía en la Misa pro eligendo Pontifice, previa al último cónclave, y que presidió el 18 de abril de 2005 como decano del Colegio Cardenalicio.

En ella trazó un panorama crítico de la situación contemporánea, y se recuerda por el uso de la expresión “dictadura del relativismo”. Frente a ella, presentó a Cristo como la única verdad. Pues bien, ese pasaje lo empezó diciendo: “¡Cuántos vientos de doctrina hemos conocido durante estos últimos decenios!, ¡cuántas corrientes ideológicas!, ¡cuántas modas de pensamiento!… La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido zarandeada a menudo por estas olas, llevada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc.”. Y, a continuación, añadió: “Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir a error (cf. Ef 4, 14)”.

Así podemos observar cómo, en un momento trascendental en la vida de la Iglesia católica, el entonces cardenal Ratzinger, con una encomienda de gran responsabilidad durante la sede vacante tras la muerte de Juan Pablo II, y al comentar la Palabra de Dios proclamada en la eucaristía, se fijó en el pasaje paulino de la segunda lectura para llamar a la unidad de la fe y de los diversos carismas comunitarios en la Iglesia, Cuerpo de Cristo, ante los vaivenes doctrinales y las divisiones originadas por el pecado. Se trata, pues, de una valoración negativa de la religiosidad alternativa, no sólo representada por una referencia directa a las sectas, sino también por la inclusión del “vago misticismo religioso” y del “sincretismo”. Como puede verse, aparece entremezclado este fenómeno ciertamente ambiguo con el del extremo contrario, el secularismo. Esto será una constante en su magisterio.

Entrando ya en su pontificado, tenemos que echar una ojeada, en primer lugar, a las encíclicas que ha escrito. En ninguna de las tres aparece el tema de las sectas, ni directa ni indirectamente. Por lo que se ha dicho estos días, parece que ha quedado pendiente su cuarta carta encíclica, la dedicada a la fe. Habrá que estar atentos, porque es un ámbito en el que sí podría caber una alusión a la nueva religiosidad, aunque desconozco cuál será su valor magisterial si se publica tras la renuncia del Papa, tal como ha señalado el portavoz de la Santa Sede.

Exhortación apostólica Verbum Domini

Un lugar importante donde se ha referido al fenómeno de las sectas es la exhortación apostólica Verbum Domini, que publicó en noviembre de 2010 después del trabajo que había hecho el Sínodo extraordinario de los obispos sobre la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia. En este documento, cuando Benedicto XVI llama en su n. 73 a “un particular esfuerzo pastoral para resaltar el puesto central de la Palabra de Dios en la vida eclesial”, acogiendo la propuesta sinodal de una animación bíblica de toda la actividad pastoral para que las personas puedan encontrarse con Dios, tiene en cuenta los efectos secundarios queridos de este cambio de actitud: “será también el mejor modo para afrontar algunos problemas pastorales puestos de relieve durante la Asamblea sinodal, y vinculados, por ejemplo, a la proliferación de sectas que difunden una lectura distorsionada e instrumental de la Sagrada Escritura”.

La referencia es clara, y apunta a las sectas de impronta cristiana, las que se basan en la Biblia y confunden a los fieles cristianos con una interpretación errónea. Y es aquí donde el desafío para la Iglesia es diáfano, y el Papa lo señala de forma directa: “allí donde no se forma a los fieles en un conocimiento de la Biblia según la fe de la Iglesia, en el marco de su Tradición viva, se deja de hecho un vacío pastoral, en el que realidades como las sectas pueden encontrar terreno donde echar raíces”. Para evitar este vacío pastoral el obispo de Roma propone dos vías: una mayor preparación de los agentes (sacerdotes y laicos) y la difusión de pequeñas comunidades –vinculadas a las parroquias o a los nuevos movimientos eclesiales– donde se conozca, se lea y se ore la Palabra de Dios.

Exhortación apostólica Africae munus

Acerquémonos a otra exhortación apostólica postsinodal en la que también aparece el tema. Estamos hablando, pues, de un documento con el mismo valor magisterial que tenía el anterior. Se trata de la exhortación Africae munus, publicada en 2011, dos años después de la celebración de la asamblea especial para África del Sínodo de los obispos. El tratamiento del fenómeno sectario en este texto puede sorprender a muchos, ya que está extendida la idea de que el continente más afectado por las sectas desde la perspectiva eclesial es América del Sur, pero aquí nos damos cuenta de la magnitud de este problema en África.

El Papa alemán dedica un número completo de Africae munus a este tema. Así, leemos que “en África han surgido también en los últimos decenios muchos movimientos sincretistas y sectas” (n. 91), y que “a veces es difícil discernir si son de inspiración auténticamente cristiana o simplemente fruto del capricho de un líder que pretende poseer dones excepcionales”, dando pie a la confusión de la gente. ¿Los factores que provocan este florecimiento? Se refiere a tres, tanto sociales como eclesiales: “estructuras estatales en elaboración, la erosión de la solidaridad familiar tradicional y una catequesis insuficiente”. Es en este contexto en el que “numerosas sectas explotan la credulidad y ofrecen un respaldo religioso a creencias religiosas multiformes y heterodoxas no cristianas. Destruyen la paz de los cónyuges y sus familias a causa de falsas profecías y visiones. Seducen incluso a los políticos”. El panorama es, pues, bastante negativo.

Después de este sintético repaso de la realidad y juicio severo, Benedicto XVI plantea a la Iglesia la necesidad de actuar, de responder al desafío de las sectas. “La teología y la pastoral de la Iglesia debe individuar las causas de este fenómeno, no sólo para frenar la ‘sangría’ de fieles de las parroquias que se van a otros grupos, sino también para constituir la base para una respuesta pastoral apropiada, en vista de la atracción que estos movimientos ejercen sobre ellos. Esto significa, una vez más: evangelizar en profundidad el alma africana”. Como dijo repetidamente Juan Pablo II en tantas ocasiones, lo verdaderamente importante no es que las sectas sean una competencia religiosa para la Iglesia católica, sino que han de verse como un resorte para plantearse en serio el reto de la nueva evangelización, de hacer que la persona pueda tener una experiencia de encuentro con Cristo.

En otro lugar de la exhortación, cuando se dirige de forma directa a los jóvenes africanos, enumera algunas realidades negativas ante las que se encuentran, cuando señala que “pueden tentaros reclamos de todo tipo: ideologías, sectas, dinero, drogas, sexo fácil o violencia” (n. 63). Y les advierte, seguidamente: “estad alerta: quienes os hacen estas propuestas quieren destruir vuestro porvenir”. Como antídoto, el Papa los llama a una madurez integral, explicando que “para alcanzar el discernimiento, la fuerza necesaria y la libertad para resistir a esas presiones, os animo a poner a Jesucristo en el centro de toda vuestra vida mediante la oración, y también mediante el estudio de la Sagrada Escritura, la práctica de los sacramentos, la formación en la Doctrina social de la Iglesia, así como a participar de manera activa y entusiasta en las agrupaciones y movimientos eclesiales”.

Aunque no emplee más el término “sectas”, sí se refiere en este documento a otras realidades relacionadas, y que podemos englobar bajo el término complejo y amplio de “nueva religiosidad”. En primer lugar, habla en el n. 90 de las denominadas “iglesias autóctonas africanas” o grupos cristianos independientes, que han surgido del seno de las Iglesias históricas asumiendo rasgos propios del alma del continente. Es un verdadero desafío ecuménico, porque introducen elementos nuevos en este empeño por la búsqueda de la unidad de los cristianos, y es necesario el discernimiento. Aunque el pontífice no lo comenta, es cierto que se hace difícil distinguir el carácter cristiano o no de cada movimiento, si se ha de catalogar como comunidad eclesial, como secta o como realidad sincretista.

Además, Africae munus contiene una valoración de las llamadas “religiones tradicionales africanas” (n. 92), siguiendo los criterios principales del acercamiento católico a las religiones no cristianas. Benedicto XVI señala que se trata de una amalgama de elementos espirituales que forman el humus en el que viven su fe los cristianos africanos, por lo que es preciso conocer “los verdaderos puntos de ruptura”, distinguiendo qué es cultura y qué es culto en cada momento y lugar. Eso sí, hay que rechazar de forma tajante “los elementos mágicos, causa de división y ruina en la familia y en la sociedad”. Junto a esta valoración negativa encontramos también una llamada a aprovechar lo que no contradiga a la fe cristiana, con vistas a la inculturación del evangelio, por lo que la Iglesia podría examinar “ciertos elementos de las culturas tradicionales africanas que son conformes con las enseñanzas de Cristo”.

Acto seguido, en el n. 93 el Papa observa la vinculación entre esta religiosidad africana y el fenómeno contemporáneo que se constata de “un cierto recrudecer de la hechicería. Renacen los temores y se crean lazos de sujeción paralizante. Las preocupaciones sobre la salud, el bienestar, los niños, el clima, la protección contra los malos espíritus, llevan en ocasiones a recurrir a prácticas tradicionales de las religiones africanas que están en desacuerdo con la enseñanza cristiana”. Se señala, a continuación, cuál es el reto, y cuál ha de ser la respuesta de la Iglesia: “el problema de la ‘doble pertenencia’ al cristianismo y a estas religiones sigue siendo un desafío. Para la Iglesia en África, es necesario guiar a las personas a descubrir la plenitud de los valores del Evangelio, mediante la catequesis y una profunda inculturación. Conviene determinar cuál es el significado profundo de las prácticas de brujería, identificando las implicaciones teológicas, sociales y pastorales que conlleva este flagelo”. 

El resto de las menciones 

Acabamos de ver la forma en la que Benedicto XVI ha aludido a las sectas en relación con la Palabra de Dios (exhortación Verbum Domini) y en el concreto contexto africano (exhortación Africae munus). Si bien se trata de las referencias de valor magisterial más destacado, no son las que ganan en cantidad. Éstas, como puede adivinar el lector que tenga algún conocimiento de la realidad de la Iglesia católica en el mundo, son las referentes a Iberoamérica (concretamente al continente suramericano, descontando a España y Portugal).

A lo largo de su pontificado, y sobre todo en los encuentros que ha tenido el pontífice con los obispos de aquella región en sus visitas ad limina apostolorum, las palabras del Papa sobre el fenómeno de las sectas y su desafío a la comunidad eclesial se han repetido, y aunque no tienen el mismo valor doctrinal que las exhortaciones apostólicas postsinodales, nos muestran, sin embargo, la preocupación de Benedicto XVI por este tema. Y, como dice una conocida expresión entre los vaticanistas, “de Roma viene lo que a Roma va”, es decir, que en las palabras del obispo de Roma puede adivinarse el eco de lo que previamente le han comunicado sus hermanos de las otras Iglesias locales.

V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Aparecida (Brasil)

Como punto de partida tenemos que señalar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM), que se celebró en mayo de 2007 en Aparecida (Brasil), y que inauguró el mismo Papa. En enero de ese mismo año, al dirigirse a la Pontificia Comisión para América Latina, Benedicto XVI afirma que “los hombres y mujeres de América Latina tienen una gran sed de Dios”. Es por ello, sigue diciendo, que “cuando la fe no se alimenta de la oración y meditación de la Palabra divina; cuando la vida sacramental languidece, entonces prosperan las sectas y los nuevos grupos pseudo-religiosos, provocando el alejamiento de la Iglesia por parte de muchos católicos. Al no recibir éstos respuestas a sus aspiraciones más hondas, que podrían encontrarse en la vida de fe compartida, se producen también situaciones de vacío espiritual”.

Un mes después, les dice a los nuncios del continente, reunidos en el Vaticano para preparar el gran evento eclesial, que la presencia consolidada de la Iglesia católica en la región debe hoy tener en cuenta, entre otras cosas, “el proselitismo de las sectas y la creciente influencia del secularismo hedonista posmoderno”. Para responder a lo que denomina una vez más “desafío de las sectas”, el pontífice alude al “cuidado de los valores y la conciencia para formar laicos maduros, la educación de los jóvenes con planes vocacionales apropiados, el compromiso por informar en modo adecuado la opinión pública sobre las grandes cuestiones éticas según los principios del Magisterio de la Iglesia y una presencia eficaz en el campo de los instrumentos de comunicación”.

Todo esto se refiere al período preparatorio de la Conferencia del CELAM. Cuando Benedicto XVI viajó en mayo a Brasil, ya en el avión un periodista le preguntó por el avance de las sectas en el continente, lo que supone una “hemorragia” de fieles católicos. De forma improvisada, como suele hacer en estas ocasiones, el Papa afirmó que el “éxito de las sectas demuestra, por un lado, que hay una difundida sed de Dios, una sed de religión, las personas quieren estar cerca de Dios y buscan un contacto con Él. Y naturalmente, por otro lado, aceptan también a quien se presenta y promete soluciones a sus problemas de la vida cotidiana”. ¿Pistas del obispo de Roma? Ser más misioneros y más dinámicos al ofrecer respuestas a esa sed de Dios que tiene el ser humano, y ayudar a las personas para encontrar condiciones justas de vida, tanto en las situaciones concretas de pobreza como en las grandes cuestiones de la justicia social.

No entraremos en el análisis de lo que se dijo en la reunión episcopal continental sobre el tema, ya que se sale del objeto de este artículo, porque no es magisterio papal, pero sí a las palabras de Benedicto XVI en su visita. Por ejemplo, en su discurso a los obispos brasileños reunidos en la Catedral de São Paulo leemos que “entre los problemas que abruman vuestra solicitud pastoral está, sin duda, la cuestión de los católicos que abandonan la vida eclesial. Parece claro que la causa principal, entre otras, de este problema, pueda ser atribuida a la falta de una evangelización en la que Cristo y su Iglesia estén en el centro de toda explicación”. Añade que “las personas más vulnerables al proselitismo agresivo de las sectas –que es motivo de justa preocupación– e incapaces de resistir a las embestidas del agnosticismo, del relativismo y del laicismo son generalmente los bautizados no suficientemente evangelizados, fácilmente influenciables porque poseen una fe fragilizada y, a veces, confusa, vacilante e ingenua, aunque conserven una religiosidad innata”.

Por fin, en su discurso de inauguración de la V Conferencia del CELAM, en el santuario mariano de Aparecida, después de señalar los principales logros positivos de las Iglesias locales iberoamericanas, el pontífice afirma que se percibe “un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica debido al secularismo, al hedonismo, al indiferentismo y al proselitismo de numerosas sectas, de religiones animistas y de nuevas expresiones seudorreligiosas”.

Y al igual que este evento tuvo un prólogo, también contó con un epílogo. Un mes después de su vuelta a Roma, Benedicto XVI recibió a los representantes de la Fundación “Populorum Progressio” para América Latina y el Caribe. En su discurso leemos que “frente a la secularización, la proliferación de las sectas y la indigencia de tantos hermanos, es apremiante formar comunidades unidas en la fe, como la Sagrada Familia de Nazaret, en las que el testimonio alegre de quien se ha encontrado con el Señor sea la luz que ilumine a quienes están buscando una vida más digna”. Y, como curiosidad, en un encuentro con sacerdotes italianos en el verano de ese mismo año, les dijo en el diálogo que encontró en Brasil una Iglesia con notable vitalidad, donde “no sólo crecen las sectas”.

Visitas ad limina apostolorum

Después de todo esto, y como ya he dicho al comienzo, las referencias repetidas del Papa a este tema como preocupación pastoral las encontramos en el contexto de los discursos a los obispos iberoamericanos en sus visitas ad limina apostolorum, es decir, sus viajes periódicos a la Santa Sede –normalmente cada cinco años– para encontrarse con el sucesor de Pedro. A los prelados de Puerto Rico (julio de 2007) les habla del cambio religioso de los últimos tiempos, refiriéndose al “avance de las sectas o de otros grupos religiosos de amplia difusión actual” entre la población juvenil, que necesita por eso “una sólida formación religiosa”.

Cuando es el turno de los obispos costarricenses (febrero de 2008), les dice: “conocéis bien los riesgos de una vida de fe lánguida y superficial cuando se enfrenta a señuelos como el proselitismo de las sectas y grupos pseudorreligiosos, la multitud de promesas de un bienestar fácil e inmediato, pero que terminan en el desengaño y la desilusión, o la difusión de ideologías que, proclamando ensalzar al ser humano, en realidad lo banalizan”.

A los pastores de las diócesis de Guatemala (marzo de 2008) les indica que “la firmeza de la fe y la participación en los sacramentos hacen fuertes a vuestros fieles ante el riesgo de las sectas o de grupos pretendidamente carismáticos, que crean desorientación y llegan a poner en peligro la comunión eclesial”. Ante los obispos hondureños (junio de 2008) constata una vez más que “la difusión del secularismo, así como el proselitismo de las sectas, es fuente de confusión para muchos fieles, y provoca además una pérdida del sentido de pertenencia a la Iglesia”, lo que debe traer consigo una reacción eclesial de “impulsar una extensa y audaz labor de evangelización, que se apoye, más que en la eficacia de los medios materiales o de los proyectos humanos, en el poder de la Palabra de Dios, acogida con fe, vivida con humildad y anunciada con fidelidad”.

Presentación de credenciales de embajadores ante la Santa Sede

Continuamos con los obispos de Panamá (septiembre de 2008), a los que el Papa señala, entre los desafíos principales de la Iglesia en su país, “el acoso de innumerables sectas”, y traza una vez más el camino a seguir: sembrar la Palabra de Dios en los corazones para una mejor maduración en la fe. Y saliéndonos del género pero no del contexto geográfico, hay que destacar el discurso de Benedicto XVI al embajador de El Salvador ante la Santa Sede, cuando presenta sus credenciales en octubre de 2010, y el pontífice afirma que “sería extraño que los discípulos de Cristo fueran neutrales ante la presencia agresiva de las sectas, que aparecen como una fácil y cómoda respuesta religiosa, pero que, en realidad, socavan la cultura y hábitos que, desde hace siglos, han conformado la identidad salvadoreña, oscureciendo también la belleza del mensaje evangélico y resquebrajando la unidad de los fieles en torno a sus Pastores”.

Conclusión

Tras analizar de forma sintética las palabras de Benedicto XVI sobre las sectas y la nueva religiosidad a lo largo de su pontificado de casi ocho años constatamos, pues, una línea continua de pensamiento y una llamada clara a la nueva evangelización, con sus diversos acentos según los lugares y situaciones, como respuesta a lo que es un claro desafío a la acción misionera de la Iglesia. Como en el resto de temas, su magisterio ha sido brillante y apropiado para la situación del mundo actual y el papel de la comunidad cristiana en él. En el centro, siempre, Dios.


lunes, 18 de febrero de 2013

¿Son cristianos los testigos de Jehová?









Acaba de publicarse en el portal católico Aleteia -apoyado por la Santa Sede (Consejos Pontificios para las Comunicaciones Sociales y para la Promoción de la Nueva Evangelización)- un tema referente a los testigos de Jehová. La respuesta la ofrece el miembro de la RIES, el sacerdote Luis Santamaría.

Pregunta: ¿Son cristianos los testigos de Jehová?

Respuesta: Pinchar aquí.

martes, 12 de febrero de 2013

Conoce las sectas 6x09

Ya pueden escuchar el último programa de "Conoce las sectas", el programa sobre sectarismo de Radio María de España, producido y dirigido por la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). En directo, en radio María de España todos los sábados cada dos semanas a las 20 h. (hora española).


SUMARIO:

- Con nosotros hoy...: Testimonio de una ex-mormona, con D. Vicente Jara. 
- Actualidad del sectarismo: con el sacerdote D. Luis Santamaría.

lunes, 11 de febrero de 2013

Boletín Info-RIES nº 268

Les ofrecemos el último boletín de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES. Esta vez se trata de un monográfico acerca de la secta Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, o mormones. Si desean suscribirse lo pueden solicitar de manera gratuita a http://www.ries-sectas.tk/

Boletín Info-RIES nº 268 (8/2/13).

1. ¿Son cristianos los mormones?
2. La invalidez del bautismo mormón: comentario teológico.
3. La invalidez del bautismo mormón: comentario canónico.
4. La Iglesia católica impide el acceso de los mormones a sus archivos para la recopilación genealógica.
5. Testimonio de ex-mormona: “descubrí que los mormones no tienen argumentos ni respuestas”.
6. Ex-mormón norteamericano: el mormonismo no soporta el escrutinio de la razón y de la revelación.
7. El vicario judicial de Salt Lake City, cuna del mormonismo, habla sobre la secta.
8. Los mormones digitalizan cientos de miles de documentos de archivos públicos de la Comunidad Valenciana. 

jueves, 7 de febrero de 2013

Testimonio de ex-mormona: "descubrí que los mormones no tienen argumentos ni respuestas"

Yasmin Oré Ramírez, hoy con 28 años de edad, nació y creció en Lima, Perú, en una familia de tradición católica… hasta que una amiga le invitó a los mormones. Entró en el mormonismo buscando gente acogedora, virtuosa y protectora, pero cuando ella intentó extender esa fe descubrió que ni se sostenía en la Biblia ni respondía al anhelo de su corazón.

Recogemos su testimonio en primera persona, tal como lo cuenta a Religión en Libertad y como lo ha transcrito el periodista Pablo J. Ginés, porque explica cuál es el proceso por el que se entra en este grupo, cómo captan nuevos miembros, cómo los entrenan y los envían a calles y casas. En la foto de la izquierda podemos verla con Luis Santamaría, de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

»Mi familia era católica, aunque mis padres no estaban entonces casados por la iglesia, por unos problema de partidas de bautismo quemadas o perdidas. Dejaron el tema y se casaron por lo civil. Me dieron una educación católica: hice la secundaria en el colegio Presentación de María, de religiosas, recibí los sacramentos, la comunión y la confirmación. A los 19 años estudiaba derecho, iba a misa e incluso cantaba en el coro, pero mi formación y mi fe era muy superficial.

»Yo había oído hablar de sectas demoníacas y satanistas, y mi papá me prevenía contra los Testigos de Jehová que tocaban a menudo a la puerta. Pero nadie me había hablado de los mormones.

La amiga y la acogida

»Yo tenía una amiga en mi colegio de monjas que era mormona. Me dijo: “acompáñame un domingo a ver mi iglesia”. Así que un domingo me salté la misa para ir con ella a ver su iglesia. Y me gustó. La gente era muy acogedora: todos lo eran, las señoras, las chicas de mi edad, los chicos.

»Tenían reuniones para jóvenes en las que hablaban sobre las virtudes. A otros jóvenes quizá les parecería aburrido, pero yo era una chica con pocas amistades. No me gustaba salir de fiesta, las fiestas no me llenaban. En cambio, esta gente, que parecía tan pura, virtuosa e inocente, sí que me llenaba.

»Hoy que soy católica y adulta sé que tenemos que enfrentar el mal que hay en el mundo y en nuestras vidas, pero entonces, con 19 años, yo no quería enfrentarme a la realidad, no quería embarrarme. Yo quería protección, un entorno seguro, un grupo acogedor y virtuoso que me protegiese. Los mormones me ofrecían eso. 

Dos chicos jóvenes hablando de Dios

»Ellos me enviaron dos jóvenes misioneros a visitarme a mi casa y darme charlas dos días por semana. Eran dos chicos de mi edad, de 19 años, uno peruano y otro de EEUU. Yo les decía a mis padres que eran cristianos y amigos de mi amiga y que venían a hablar de Cristo y de Dios. Ellos, demasiado confiados, nos dejaban solos en el salón.

»Yo estaba impresionada de que dos chicos de 19 años, de mi edad, me hablasen de Dios con pasión. Más aún, estaban dedicando 2 años de su vida joven sólo a eso, a hablar de Dios. Me sorprendía y admiraba: no conocía a nadie en la Iglesia católica que hiciese eso. 

Mr. Smith y el “verdadero” cristianismo

»En las primeras charlas, te hablan del Libro de Mormón. Te dicen que la enseñanza plena cristiana se había perdido desde la muerte del apóstol Juan, y que no se ha recuperado hasta que un ángel revela al profeta Joseph Smith, hacia 1830, dónde está el Libro de Mormón con todas las enseñanzas perdidas.

»Usan siempre las mismas citas de la Biblia para apoyar al Libro de Mormón. Los mormones enseñan, según su libro, que Jesús, al resucitar, se apareció y enseñó a los pobladores de América. Eso lo apoyan en la Biblia cuando Jesús dice: “tengo otras ovejas que no son de este redil”. Para justificar que además de la Biblia esté el Libro de Mormón citan Ezequiel 37, 15-17, que habla de “un palo de Judá” y “un palo de José, o Israel”, que Dios ha de unir. Ellos dicen que esos dos palos son dos libros: la Biblia y las escrituras de Mormón. Y sobre el profeta Smith citan Amós 3,7: “el Señor no hará nada sin revelar sus secretos a sus siervos los profetas”.

Hacer preguntas es bueno

»Yo en esa época escribía un diario, que aún conservo. Y apunté una idea que se me pasó por la cabeza: “si ese Libro de Mormón es otro testamento, ¿por qué no hay pruebas arqueológicas, por qué no hay papiros de él o pergaminos de él, como con la Biblia?”. Ellos enseñan que el ángel se llevó el libro de láminas de oro que José Smith había leído y traducido al inglés. Pero ¿por qué Dios hizo algo tan distinto a lo que hizo con la Biblia? Me daba vergüenza preguntarles eso porque ¡ellos eran tan amables!

»A la pregunta de por qué no tenemos los textos que el ángel reveló a José Smith, ellos responden citando a San Pablo: “la fe es certeza de lo que no vemos”, y también citando su propio libro: “hay muchas cosas de Dios que no las vas a ver”.

»En realidad, como comprobé después siendo misionera mormona, a los jóvenes misioneros mormones no les enseñan muchas respuestas a las objeciones. Muy pronto responden a todo con esta frase: “Te invitamos a que ores a Dios esta noche y que Él te hable y verás que es verdad lo que enseñamos”.

»Y oré esa noche. Y no sentí nada, Dios no me dijo nada. Y lo escribí así en mi diario, sinceramente. Pero a ellos, sugestionada o por lo que sea, les dije: “sí, siento que es verdad”. Yo quería pertenecer a ellos. Sólo me pedían ser buena, y yo quería ser buena, y pensaba que la Iglesia verdadera sería simplemente la obediente a las cosas buenas, virtuosas, y parecían ser ellos.

»Era 2005, se acababa de morir Juan Pablo II, salía Benedicto XVI como nuevo Papa, y algunos me decían que si era feo, que vaya aspecto, que cómo iba a seguir yo en la Iglesia Católica. 

Rebautizada mormona

»En fin, en esa fase, después de 4 o 5 charlas, te invitan a bautizarte como mormón. Para eso, te hacen antes una entrevista previa. Has de decir que crees en el Libro de Mormón y que aceptas al profeta Joseph Smith. También te preguntan si has matado a alguien, si has abortado, si has tenido relaciones sexuales. Creo que ellos no quieren aceptar a cualquiera, a gente que ha tenido una vida muy poco virtuosa, excepto si son parientes de alguien. Pueden rechazarte. Me parece que a las personas con inclinaciones homosexuales las rechazan a todas o casi todas, por ejemplo.

»A mí me aceptaron y organizamos mi bautismo mormón. Mi papá no vino: les dijo que éramos católicos “de la Virgen y del Señor de los Milagros”. De mi familia solo vino mi mama ¡y mi madrina del bautismo católico! Hoy digo: ¿qué barbaridad, no? Mi madre lloraba: “hija, pero si yo te di los sacramentos en la Iglesia católica”. Y yo le respondía: “¿prefieres que me vaya de discoteca cada sábado, por ahí?”. Con eso la presionaba. Ellos me veían feliz, y veían que los jóvenes mormones parecían gente buena. Era una falsa elección: o ellos, o el mundo de la noche y las discotecas.

»En el bautismo mormón entras en una piscinita de cuerpo completo, con una túnica blanca. Tú escoges qué hombre te bautiza: yo escogí a los dos misioneros que conocía. Te echan para atrás, como hacen los baptistas y otros protestantes, y te sumergen y dicen: “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, pero, atención, porque ellos no piensan que es un único Dios; para ellos son tres dioses distintos. A Joseph Smith se le aparecieron el Padre y el Hijo en un bosque, hay un dibujo típico que lo ilustra, como dos cuerpos distintos. Cada vez que en el Antiguo Testamento se dice que Moisés vio la cara de Yahvé, o que Dios señaló con su dedo, o dio la espalda al pueblo, etc., ellos interpretan que Dios Padre tiene cuerpo, con dedos, cara, espalda, etc.

»En cuanto empiezas a ir a los mormones te animan a pasar con ellos mucho tiempo. Te hacen estar cómodo, es como tener otra familia. Ellos no creen que Dios habita en ti y te transforma y hace santo. No, ellos creen que por sus propias fuerzas serán perfectos, que ya lo están siendo, porque cada uno va a ser un dios. Y claro, esa perfección es imposible, pero esa es la fachada que intentan dar.

»Son muy exigentes en el control de la sexualidad: cualquier encíclica católica sobre el tema es mucho más humana, más comprensiva. Ellos son más tajantes, te controlan demasiado, como un robot. A las chicas las animan a estudiar, sí, pero lo ideal que plantean es que enseguida se casen y que tengan muchos hijos. 

Muchos manuales para estudiar

»Una vez bautizado, te dan muchos manuales para estudiar, algo que haces cada domingo en su escuela dominical. Mi experiencia, y lo vi con otra gente poco dada a los estudios, es que los primeros meses al menos hay mucho interés y se leen los libros. Ellos ofrecían también un servicio para ayudar a encontrar y ayuda a la gente.

»Enseguida te dan un “llamamiento”, que es un cargo, en mi caso era una función con jóvenes. Un año después me hicieron misionera de barrio: a tus ratos libres acompañas a los misioneros en sus visitas a las personas interesadas, que en su vocabulario se llaman “investigadores”. Los acompañantes sirven para hacerse amigos de los “investigadores” (es decir, las personas no mormonas), invitarles, tender lazos, etc…

»También aprendí a rezar al estilo mormón, siguiendo un tríptico que lo explicaba. Hay que hacer una breve oración al levantarte, otra al acostarte y otra en cada comida. La estructura es siempre igual: “Padre Celestial, te damos gracias por tal cosa, te pedimos tal otra, en el nombre de Jesucristo”. En las comidas, das gracias por la comida. Se dice siempre “Padre Celestial”, no “Padre nuestro”.

»El domingo hay una reunión de unas tres horas. La llaman “reunión sacramental”. Se juntan todos los miembros de una zona. No hay un oficiante sino un par de conferenciantes o discursante, los que les toque ese día. Uno habla del ayuno, otro del diezmo (un tema muy insistente). Otro día pueden hablar del bautismo de los muertos o del “sellamiento”, como llaman al matrimonio. Al final, siempre alguien “da testimonio”, pero eso no consiste en contar su experiencia sino simplemente en exponer, de una forma muy repetitiva, que dé seguridad, semana tras semana, que crees en Joseph Smith, en el Libro de Mormón y en su iglesia.

»Después me tocó ser misionera en el extranjero. Es algo que todos han de hacer: 2 años los hombres; uno y medio, las mujeres. Se realiza poco antes de acabar tus estudios. Te mirarían muy mal si no lo haces. Normalmente uno se casa después, a las chicas les animan a casarse con jóvenes que ya han misionado, porque son más maduros en la fe.

»Los misioneros mormones son, sobre todo, esos chicos y chicas jóvenes. También hay adultos ya jubilados que van como misioneros unos años al extranjero. Y hay además matrimonios mayores, a veces pre-jubilados, que pueden ser presidentes de misión. No hay misioneros “de por vida”. Tampoco hay “pastores”. Lo más parecido es el “obispo”, pero no se mantiene con los diezmos, sino con un oficio. Los diezmos son para mantener las “capillas” (centros locales) y el resto va todo a la central a Estados Unidos. Por eso no hay escándalos de pastores con vehículos o gustos lujosos

Pagar las misiones a tu hija

»En 2006, yo llevaba ya un año y medio de miembro, y mi novio era un mormón peruano que ya había sido misionero. Quedamos en que yo haría la misión y quizá luego nos casaríamos. El me animó a ir a la misión. Es caro: parte lo pagas tú, otra parte tus padres y otra la iglesia. Yo tenía ahorrados como 500 euros, mucho para Perú, que gasté en esto. Mis padres debían comprometerse a 100 euros mensuales. Mi madre lloraba: les quitaban a la hija y además había que pagar por ello. Y había que comprar mucha ropa y materiales, gastos que impacientaban a mi mamá. “Es una vez en la vida”, le decía yo.

»Primero me mandaron a Colombia casi un mes a formarme. Era como un internado donde estábamos muchos muchachos y muchachas de Perú, Colombia, Venezuela… Nos enseñaban cómo convencer a la gente, con unos vídeos, cómo hablar, qué hacer si te sale mal. Era muy pesado, pero yo estaba contenta. Te enseñaban las escrituras que hemos comentado y cómo responder las preguntas de los “investigadores” (la gente no mormona).

»Los mormones no quieren que les refutes mucho; el mormón da sus citas, y si le hacen preguntas dicen lo de “récelo y verá que es verdad”. Ellos dicen que no tienen que perder tiempo refutando doctrinas. Apenas intentan tapar dudas con la Biblia o el Libro de Mormón. Nos enseñaban a hablar sólo de Joseph Smith, de la nueva revelación completa, del Libro de Mormón.

»Nos explicaban que la enseñanza cristiana se pervirtió con Constantino en el siglo IV, que se corrompió el cristianismo. Luego aprendí que esto lo tomaron de otros protestantes. Allí nos enseñaron que Calvino y Lutero apenas “prepararon” el camino para la recuperación del cristianismo, que llega con Joseph Smith. 

La compañera inflexible

»Llegué de misionera a Guayaquil, Ecuador, en marzo de 2007. Me pusieron una compañera chilena, de mi edad, muy reglista y exigente, que no admitía ningún decaimiento ni cansancio. Era hija de mormones, con nueve hermanos, crecida en familia mormona, no como yo. Los misioneros van en parejas, a todas horas excepto al baño. Espanta peligros, pero también “tentaciones”.

»Cada día a las 6,30 de la mañana nos levantábamos a estudiar lo que hablaríamos en la calle. A las 9,30 salíamos, tratábamos a la gente, de pie, caminando, con el calor de Guayaquil. Un descanso para almorzar, y seguir hasta la noche. De noche nos arrodillábamos y rezábamos pidiendo más “investigadores”. Si nos peleábamos entre nosotras, ese era un momento para pedirnos perdón. Aunque los lunes era día de descanso y otros misioneros hacían turismo, ella me ponía a estudiar. Y así, siendo misionera en Guayaquil, se quebró mi confianza en la fe mormona. 

La anciana católica resistente

»La primera “caída” fue por una señora de unos 75 años, que era muy católica, aunque uno de sus hijos era evangélico y el otro era obispo mormón. Este obispo nos insistía y mi compañera se había encaprichado con conquistarla, y le llevaba postres y la visitábamos mucho.

»Cuando un católico se pone muy firme, nos habían enseñado en que hay que insistir en que la Iglesia católica ya no era de Cristo, que no lo era desde Constantino, que todo era malo desde entonces: las imágenes, la Virgen, el bautismo de niños, etc.

»Y mi compañera insistía tanto que yo recordé mi propio pasado católico y me emocioné. Y se lo dije a ella, a la compañera chilena, llorando: “si convenzo a esta señora siento que estoy traicionando algo mío”, dije. Mi compañera quedó de piedra. “Es normal, hace poco que eres miembro, eres de familia católica, yo hablaré con la señora”, respondió ella. No sirvió de nada: la señora llegó a la entrevista bautismal por insistencia de su hijo y sin convencimiento, pero como dijo que no pensaba ni dejar de fumar (algo importante), la rechazaron. Y la dejamos. 

Evangélicos y testigos, ¡mucha Biblia!

»El caso es que descubrí que casi no teníamos argumentos ni respuestas. Los testigos de Jehová nos ponían cabeza abajo, no aceptaban ni a Joseph Smith ni su libro y no estábamos preparadas para refutarles nada. Y también los evangélicos nos refutaban y yo pensaba: ¿somos misioneras, entrenadas, pero no sabemos responder cosas supuestamente básicas de la Biblia? Y empecé a dudar. Esa era mi segunda “caída”, ver que no teníamos respuestas. Y lloré otra vez: “estoy dudando de la fe”.

»La misión, que debía reforzar mi fe mormona, la estaba destruyendo. Y me preguntaba: “¿estaré haciendo bien al querer cambiarles su fe?, ¿tengo derecho a cambiar su vida? ¡Si hasta yo dudo!”.

»Yo ya me había empezado a fijar en cosas: que los mormones casi no usan la Biblia, que habían tenido poligamia en un pasado reciente, que había doctrinas ocultas. Y yo me di cuenta que me gustaban y me emocionaban las campanas en las iglesias católicas, y ver la gente que salía en procesión, devota del Divino Niño. Y la Virgen. Me preguntaba: “¡cómo voy a decir que esto es malo y pagano!”.

»Y en un encuentro con el obispo mormón le dije: “siento que miento cuando hablo”, y dije que quería dejar la misión. Pedí a mi compañera: “Dile al presidente de la misión que me vuelvo a mi país, que me siento un robot”. 

Defendiendo al Papa

»El presidente de la misión intentó disuadirme para que no marchase. Pero yo no le dije simplemente “añoro a mi familia” o “estoy cansada”. Yo defendí a la Iglesia católica. Le dije que ya no quería hablar mal de la Iglesia católica, que yo pensaba bien del Papa, y que en la Iglesia católica hay santos y gente buena. Y eso le enfadó.

»Él me insistió, que la Iglesia y el Papa son la Ramera de las escrituras, que mis sentimientos venían del demonio, que si volvía al catolicismo mi vida sería un desastre en todos los sentidos. Durante una semana cada noche mi compañera me intentaba convencer; le daban instrucciones de cómo convencerme. Y le dije: “sal de mi cuarto que me confundes”. Y esos días, después de varios años, empecé a rezar a la Virgen, a pedirle que me protegiera, porque mi compañera se ponía muy sectaria y tenía miedo de que llegara a pegarme. Me dije: “en cuanto llegue a Perú con mi familia lo del mormonismo se va a acabar”. Ya sabía que no podría encajar.

De vuelta a casa: un año de insistencia

»Al final me pagaron el vuelo a Perú. Y fui a mi casa. Allí los mormones me enviaron a mi novio, a los amigos, a mi mejor amigo. Yo dudaba. ¿Volver? Pero ahora ellos me daban miedo, no seguridad. Ya mi hermano me había dicho: es una secta. Insistieron casi un año. Pero yo ni les recibía, ni a mi antiguo novio: no quería recaer por amistad. Mis papás me dijeron: corta con todos ellos. Mis padres cobraron la fuerza que antes no habían tenido.

»Estuve un buen tiempo aislada en mi casa, sólo con Internet, leyendo de gente que salía de sectas. Hablé con el párroco de mamá, pero sólo me dijo: “bienvenida, no te sientas mal”. No me dio más formación. Yo necesitaba una atención especial, acababa de salir de un grupo muy cerrado e intenso.

»Mis padres se estaban convirtiendo, avivando su fe católica en las catequesis del Camino Neocatecumenal, pero tampoco ellos me daban respuestas. Yo creía que la Iglesia católica era verdadera, y que la evangélica también lo era, porque leía muchos testimonios de ex-mormones en Internet que eran evangélicos. No había ningún “carisma” católico que me limpiase de mi experiencia mormona. Pero los pastores evangélicos tampoco me inspiraban confianza.

Los que sabían de sectas

»Y un día mi madre me dio un folleto sobre sectas de los Apóstoles de la Palabra, un apostolado católico muy basado en la apologética, en la defensa de la fe. Busqué su dirección. “Viven aquí en la esquina”, me dijeron. Llegué en bici, y allí estaban las Hermanas de los Apóstoles. Mi historia les asombró. “Nunca nos había llegado alguien con esta necesidad. Ven con nosotras los sábados”, me invitaron. Y fui a sus charlas: entendí la enseñanza católica sobre las imágenes, Dios, la naturaleza de Cristo, me dieron libros, todo bien explicado. Y ahora, cuando venían los mormones, ya no los rehuía: los enfrentaba, les sacaba la Biblia, les refutaba.

»Hoy, mirando al pasado, creo que lo que mas me ayudó fue la presencia de la Virgen María, que he reconocido después. Al volver al catolicismo, vi películas sobre ella, le recé… María, creo, es lo que más me ha alegrado recuperar, y ella me ha atraído a través de sus imágenes.

Publiqué mi testimonio en algunas webs católicas, y conocí por Internet a quien hoy es mi esposo. Él también había estado cerca de los mormones por un amigo suyo y a mí me ayudó con argumentos y amistad. Él es español, de León. Después de tres años de novios “cibernéticos” nos casamos en Lima y ahora vivimos en Madrid. Somos catequistas de niños de Primera Comunión en la parroquia de San Romualdo. Y les damos pequeñas enseñanzas de una fe razonable, para defender la fe de la Iglesia de todo tipo de ataques.

miércoles, 6 de febrero de 2013

¿Son cristianos los mormones?








Acaba de publicarse en el portal católico Aleteia -apoyado por la Santa Sede (Consejos Pontificios para las Comunicaciones Sociales y para la Promoción de la Nueva Evangelización)- un tema referente a los mormones. La respuesta la ofrece el miembro de la RIES, el sacerdote Luis Santamaría.

Pregunta: ¿Son cristianos los mormones?

Respuesta: Pinchar aquí.

lunes, 4 de febrero de 2013

La invalidez del bautismo mormón: comentario canónico

Continuamos con los comentarios a la Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la validez del bautismo de los mormones

Y después del comentario teológico escrito por el P. Luis F. Ladaria, publicamos ahora el comentario canónico del P. Urbano Navarrete. Hasta ahora no se encontraban en Internet en español, sino en papel en diversos boletines oficiales de Obispados, y en la revista Relaciones Interconfesionales (nº 62, septiembre-diciembre 2001), que es de donde los hemos copiado.

Además, para los que deseen profundizar en este interesante asunto desde los parámetros del Derecho Canónico, recomendamos un amplio artículo académico escrito por el P. Jorge de Salas, vicario judicial de la Diócesis de Estocolmo, titulado “La invalidez del bautismo y sus implicaciones canónicas en el matrimonio. Sobre la Respuesta de la CDF a una duda acerca del bautismo conferido por la ‘Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días’, 5.VI.2001″ (PDF), y publicado en la revista Fidelium Iura.


Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe a una duda acerca de la validez del bautismo administrado por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

URBANO NAVARRETE

1. Persistencia de la duda

La Congregación para la Doctrina de la Fe ha dado respuesta negativa a la duda de si el bautismo otorgado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, conocidos como Mormones, pueda considerarse válido.

La respuesta supone afrontar una norma pastoral y administrativa de la Iglesia católica no clara y unitaria al 
respeto.

En un anterior artículo (L. Ladaria, La cuestión de la validez del bautismo administrado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, L’Osservatore Romano, 16-17 de julio de 2001) ya se han expuesto las razones histórico-doctrinales que fundamentan dicha respuesta. Me limito a ilustrar los efectos pastorales, administrativos y judiciales que pueden derivarse en la Iglesia católica, especialmente en el campo matrimonial.

2. Efectos pastorales y jurídicos de la «Respuesta»

La Respuesta, prescindiendo de otras consideraciones, tiene un valor pastoral y canónico de gran alcance.

Ante todo se realza la decisión final de dar unidad a la norma pastoral, administrativa y judicial en la Iglesia respecto de los Mormones, especialmente en caso de pregunta sobre la admisión en la Iglesia católica o en caso de solicitud de matrimonio con un católico. Por los efectos canónicos que ello comporta, su aplicación reviste carácter estrictamente obligatorio para todos los que tienen responsabilidad administrativa o judicial en la Iglesia.

No se trata, en efecto, de una decisión solamente doctrinal, sino de una medida de gran relieve canónico, especialmente en el campo matrimonial. Hay que hacer notar que la decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe no establece una presunción, en el sentido técnico del término, como «conjetura probable sobre una cosa incierta» (canon 1584); pero afirma una verdad cierta que debe regir la actividad administrativa y judicial de toda la Iglesia en los casos en los que se ha de tener presente el bautismo de los Mormones en relación con la Iglesia. Basta que conste con certeza que un bautismo ha sido administrado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, para creerlo inválido a todos los efectos, sin ulteriores investigaciones. Por tanto, de ahora en adelante, en la problemática relativa al bautismo de los Mormones, la duda sobre el bautismo puede versar solamente sobre el hecho de haber sido administrado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, pero no sobre la invalidez del mismo, si consta que ha sido administrado en ella.

3. Catecumenado y sacramentos de la iniciación

La Respuesta supone que los Mormones a todos los efectos de la práctica pastoral, administrativa y judicial de la Iglesia no deben ser considerados miembros de una “comunidad eclesial no en plena comunión con la Iglesia católica”, sino sencillamente como no bautizados. Luego si un mormón quiere hacerse católico no pueden serle aplicadas las normas sobre la admisión en la Iglesia de los cristianos no católicos, sino sencillamente las normas para los no bautizados en absoluto que piden el bautismo en la Iglesia y se preparan para recibirlo, es decir, las normas de los catecúmenos (cf cánones 606, 788, 1183.1).

Es de notar que en este caso la catequesis tiene que ser mucho más intensa y esmerada, en cuanto se trata en primer lugar de corregir y desarraigar los errores, muy graves, que subyacen en los mismos términos que la Iglesia emplea. Si la Conferencia Episcopal, según el canon 788.3, ha emanado estatutos para ordenar el catecumenado, será necesario adaptarlos pastoralmente a los catecúmenos procedentes de los mormones, en cuanto es completamente necesario para ellos una catequesis muy específica que tenga en cuenta los errores doctrinales en que el catecúmeno ha podido incurrir. Obviamente el catecumenado bien hecho prepara a la recepción de los sacramentos, especialmente a los sacramentos de la iniciación (cánones 851.1°; 866).

Propiamente porque según la Respuesta los Mormones son considerados no bautizados, no gozan del favor que el derecho concede a los miembros a una comunidad eclesial no católica de poder asistir al bautismo, junto con un padrino católico, en calidad de testigo del bautismo (canon 874,2). Por el mismo motivo no se puede aplicar a los Mormones los cánones que regulan la communicatio in sacris acerca de los sacramentos de la penitencia, de la eucaristía y de la unción de los enfermos a los cristianos no católicos (cánones 844-845), puesto que los Mormones son considerados como no bautizados.

4. Matrimonio

a) Cuestión previa

En el ámbito del matrimonio, la decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene una gran importancia, tanto en el campo administrativo como en el judicial. Tal motivo suscita una cuestión previa: ¿esta decisión también se aplica a los matrimonios celebrados antes de su publicación o solamente los matrimonios celebrados después? Ciertamente la Respuesta no es una ley ni una interpretación auténtica de una ley positiva dudosa, que afectaría solamente al futuro (cánones 9 y 16). Se trata de una decisión que presupone una duda relativa a la doctrina sobre el valor del bautismo de los Mormones. Ahora bien, el bautismo era el mismo tanto antes como después de la Respuesta. Los estudios al respeto han llevado a la certeza moral que tal bautismo es no válido, aunque la materia remota y próxima y las palabras de la forma tomaron materialmente los de la Iglesia Por tanto, la Respuesta se aplica a los matrimonios celebrados por los Mormones sea antes o después de su publicación.

b) Admisión al matrimonio

Supuesto lo anterior, la primera consecuencia que debe ser subrayada es que el matrimonio de los Mormones contraído entre ellos o con otra persona válidamente bautizada no es matrimonio sacramental (canon 1055), y por lo tanto las propiedades esenciales del matrimonio, la unidad y la indisolubilidad, no consiguen la “peculiar estabilidad por razón del sacramento” que es propio del matrimonio cristiano (canon 1056). En otras palabras, el matrimonio contraído entre pertenecientes a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días o con una parte bautizada no es matrimonio rato ni tampoco rato y consumado, aunque «si los cónyuges han realizado de modo humano el acto conyugal apto de por sí para engendrar la prole, al que el matrimonio se ordena por su misma naturaleza» (cf. canon 1061).

Para celebrar el matrimonio de un católico con un mormón, el párroco deberá estar particularmente atento para no aplicar las normas de los matrimonios mixtos, relativas al matrimonio «entre dos personas bautizadas, una de las cuales haya sido bautizada en la Iglesia católica o recibida en ella después del bautismo y no se haya apartado de ella mediante un acto formal, y otra adscrita a una Iglesia o comunidad eclesial que no se halle en comunión plena con la Iglesia católica» (canon 1124). El matrimonio en este canon está ciertamente prohibido sin la licencia del Ordinario del lugar, quien, cumplidas las condiciones prescritas, puede concederla si hay causa justa y razonable; pero el matrimonio sería válido aunque se haya celebrado sin tal licencia ya que la prohibición no constituye una ley invalidante (cf. cánones 1125-1126).

Deben, en cambio, ser aplicadas las normas relativas a los matrimonios a los que se opone el impedimento de disparidad de culto, según el canon 1086: «es inválido el matrimonio entre dos personas, una de las cuales fue bautizada en la Iglesia católica o recibida en su seno y no se ha apartado de ella por acto formal, y otra no bautizada» (§ 1). Los mormones son considerados no bautizados, por lo que el matrimonio de uno de ellos con un católico sin la dispensa del impedimento, concedida por la autoridad competente –el Ordinario del lugar– es inválido, no ilícito. El Ordinario del lugar no debe conceder la dispensa si no consta el cumplimiento de las condiciones de que tratan los cánones 1125-1126; sin embargo la omisión de este requisito previo no hace nula la concesión de la licencia (§ 2). Además, hay que hacer notar en razón de la Respuesta que no es de aplicación a los Mormones el caso previsto en el § 3: «Si al contraer el matrimonio una parte era comúnmente tenida por bautizada o su bautismo era dudoso, se ha de presumir, conforme al canon 1060, la validez del matrimonio, hasta que se pruebe con certeza que uno de los contrayentes estaba bautizado y el otro no». Hoy no hay duda sobre la no validez del bautismo de los Mormones, por lo que el caso previsto en esta norma de por si no se pone cuando se trata de un matrimonio entre un católico y un mormón.

c) Forma de celebración

Supuesta la dispensa del impedimento de disparidad de culto, es particularmente delicada la celebración de tal matrimonio por cuanto afecta a la forma canónica y litúrgica.

Por una parte no hay duda que la forma canónica es obligatoria para la validez del matrimonio entre un católico y un mormón (canon 1117); sin embargo, el Ordinario del lugar puede dispensar, observando las condiciones prescritas en el canon 1127.2. Deberá tener bien presente que, aunque socialmente quizás los Mormones puedan ser considerados cristianos, en el foro eclesiástico son considerados no bautizados y por lo tanto en la dispensa de la forma canónica se deberán aplicar los criterios que la Conferencia Episcopal haya establecido para la dispensa de la forma en los matrimonios entre un católico y un no bautizado (cánones 1128 y 1127.2).

En cuanto a la forma litúrgica, hay que tener presentes las diferencias que ya el canon 1118 o los libros litúrgicos establecen entre el matrimonio de un católico con un bautizado no católico, y el matrimonio de un católico con un no bautizado. Según el canon 1118 el matrimonio entre católicos o entre una parte católica y otra parte bautizada no católica se debe celebrar en la iglesia parroquial; con licencia del Ordinario del lugar o del párroco puede celebrarse en otra iglesia u oratorio (§ 1); sin embargo, el Ordinario del lugar puede permitir la celebración del matrimonio en otro lugar conveniente (§ 2); en cambio, la celebración en una iglesia no es obligatoria, sino permitida, si se trata de un matrimonio entre una parte católica y otra no bautizada (§ 3). Luego, el matrimonio de un católico con un mormón, prescindiendo de la norma que antes se haya seguido, después de la Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, debe ser aplicada la norma del § 3 del canon 1118.

d) Privilegio paulino

Es doctrina católica que «el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano, ni por ninguna causa fuera de la muerte» (canon 1141), mientras los matrimonios no ratos aunque consumados, en determinados supuestos, pueden ser disueltos por la potestad concedida por Cristo a la Iglesia. La Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene una relevancia particular en este punto. Dado que el bautismo de los Mormones es considerado no válido a todos los efectos administrativos y judiciales, por cuanto atañe a su eventual comprensión, su matrimonio es tratado como todos los matrimonios que no son ratos aunque consumados. En primer lugar puede tener aplicación el privilegio paulino, si se cumplen las condiciones requeridas.

La primera condición para que pueda ser aplicado el privilegio paulino es que el matrimonio haya sido celebrado entre dos no bautizados. En el caso de los Mormones las posibilidades son dos: que el matrimonio haya sido celebrado entre dos mormones o entre un mormón y otro no bautizado. Para simplificar, tomamos solamente en consideración la boda entre dos Mormones.

La segunda condición es el bautismo de uno de los cónyuges. Repetimos que en el caso presente no se trata, a pesar de las apariencias, de la admisión en la plena comunión de la Iglesia de un cristiano miembro de una comunidad eclesial que no está en plena comunión con la misma, sino de la conversión y bautismo de un no bautizado, con la particular dificultad que hemos subrayado al hablar del catecumenado, que en este caso viene agravada por el hecho de que se trata de una persona casada con un cónyuge que está en los errores de los Mormones, de los que el cónyuge bautizado ha debido librarse para aceptar la verdad de la fe cristiana.

Superado el catecumenado y recibido el bautismo, puede ser aplicado el privilegio paulino si solicita el así llamado “discessus” (o separarse) del cónyuge que queda mormón. Tal “discessus” se averigua si «no quiere cohabitar con la parte bautizada o cohabitar pacíficamente sin ofensa del Creador, a no ser que ésta, después de recibir el bautismo, le hubiera dado un motivo justo para separarse» (canon 1143.2). También sobre este punto, el caso de un cónyuge mormón que se bautiza de por sí parece que debe comportar peculiares dificultades para el cónyuge bautizado, especialmente si es ferviente creyente y practicante de la doctrina de los Mormones, quiere cohabitar pacíficamente con la parte bautizada sin ofensa del Creador. Un simple pagano, en efecto, generalmente tiene ignorancia más que errores arraigados en materias religiosas, especialmente relativas al cristianismo; en cambio, un mormón tiene un conjunto de errores, generalmente muy arraigados, expresados más con términos tomados de la Revelación y de la teología cristiana. Una pastoral esmerada deberá acompañar de modo muy peculiar a la parte bautizada, iluminándola sobre la posibilidad de solución que le ofrece el privilegio paulino, si realmente la vida con el cónyuge no bautizado se pone muy difícil por el ejercicio de la vida cristiana.

Para que el cónyuge bautizado pueda contraer válidamente nuevo matrimonio, se debe siempre interpelar a la parte no bautizada si quiere recibir el bautismo; o si al menos quiere cohabitar con la parte bautizada pacíficamente, sin ofensa al Creador (canon 1144.1). En el caso de los Mormones, por cuanto concierne a la pregunta de si quiere recibir el bautismo, será pastoralmente necesaria una explicación profunda, y también una verdadera catequesis, sobre el sentido del nuevo bautismo, esencialmente diferente del recibido en su Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días. En la práctica no parece fácil que se puedan dar casos en los que, por un lado, la parte bautizada tenga fundamento suficiente para intentar un eventual futuro matrimonio cristiano y, por otro lado, que el cónyuge no bautizado también se decida a recibir el bautismo de cara a esta eventualidad. Por lo común el no bautizado responderá negativamente. También la pregunta de si quiere cohabitar pacíficamente con la parte bautizada, sin ofensa al Creador, por lo general responderá negativamente. Todavía más diverso el caso, también entre los Mormones, que de cara a la posibilidad de que goza el cónyuge bautizado de contraer segundo matrimonio, el cónyuge no bautizado acepta las condiciones de cohabitar pacíficamente, respetando las exigencias religiosas del otro. En esta hipótesis, probablemente poco frecuente, se requiere una atención pastoral muy atenta hacia la parte bautizada para sostenerla en su convivencia conyugal que sin duda no será fácil, a causa de la diversidad de la fe y de los sentimientos religiosos.

Obviamente tal interpelación puede ser omitida cuando conste al menos «por un procedimiento sumario y extrajudicial, que no pudo hacerse o que hubiera sido inútil» (canon 1144.2). Si la parte no bautizada contesta negativamente a la interpelación o ésta ha sido omitida legítimamente, «la parte bautizada tiene derecho a contraer nuevo matrimonio con otra parte católica» (canon 1146) y el primer matrimonio será disuelto en el mismo momento de la celebración del segundo (canon 1143.1).

El Ordinario del lugar, observado la normativa de los matrimonios mixtos, puede conceder que la parte bautizada pueda contraer matrimonio, aplicando el privilegio paulino, con una parte no católica, bautizada o no bautizada (canon 1147). En el caso de los Mormones, difícilmente será aconsejable conceder la dispensa del impedimento de disparidad de culto porque la parte bautizada pueda contraer un segundo matrimonio con otro mormón. La convivencia conyugal con uno que profesa los mismos errores de los que el neófito con mucha dificultad ha logrado librarse comportaría peligros no indiferentes para su fe y para la práctica de su vida cristiana.

Actualmente los Mormones no admiten la poligamia. Para que el privilegio de que goza el no bautizado que tenga al mismo tiempo más mujeres no bautizadas, según el cual, si recibe el bautismo en la Iglesia católica, puede retener una cualquiera, apartando a las otras (canon 1148), no puede tener aplicación a los Mormones. En cambio, puede serles aplicable el otro privilegio previsto en el derecho (canon 1149), según el cual en caso de dos cónyuges no bautizados, si uno de ellos, recibido el bautismo en la Iglesia católica, no puede establecer la cohabitación con el otro cónyuge a causa de la cautividad o de la persecución, puede contraer otro matrimonio, aunque la otra parte hubiera recibido entre tanto el bautismo, quedando firme que después del bautismo de los dos no se haya dado la consumación de su matrimonio.

e) Disolución del matrimonio “en favor de la fe”

Hay matrimonios celebrados entre dos no bautizados que, aunque uno de ellos se bautiza, no cumplen las condiciones del privilegio paulino. Además hay matrimonios celebrados entre un bautizado y un no bautizado a los que no se puede aplicar el privilegio paulino, ya que tiene como punto de partida un matrimonio celebrado entre dos no bautizados. Tales matrimonios, en determinados supuestos, pueden ser disueltos por la potestad suprema del Romano Pontífice. En el caso de los Mormones, aplicando la Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hay que verificar si se trata del matrimonio entre dos Mormones o de un matrimonio entre un mormón y un bautizado ya sea o no católico. Dado que es cierto que el bautismo de los Mormones no es válido, si hay certeza de que el matrimonio entre dos Mormones y el matrimonio de un mormón con un bautizado no es rato y es susceptible de ser disuelto como los otros matrimonios entre dos no bautizados o bien entre un bautizado y un no bautizado, hay que verificar las condiciones requeridas.

Después de la Respuesta no puede haber duda que, por los casos que puedan presentarse, a los matrimonios de los Mormones se deben aplicar las Normas de la Congregación para la Doctrina de la Fe relativas a la disolución del matrimonio “en favor de la fe”. Por economía procesal será oportuno que en las Curias diocesanas los casos de los Mormones han de ser instruidos con particular diligencia, especialmente en lo que concierne a la prueba del bautismo recibido en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, punto clave para tener la certeza que la persona en cuestión no ha sido bautizada válidamente. Los otros elementos de prueba son aquellos requeridos en las Normas para todos los casos.

f) Causas de nulidad

La Respuesta podría dar lugar a algunas causas de nulidad de matrimonios celebrados entre Mormones y católicos, ya sea de matrimonios celebrados después de la publicación de la misma. La causa principal de tales nulidades sin duda viene constituida por la no difícil confusión entre las dos clases de matrimonios mixtos: entre un católico y un inscrito en una comunidad eclesial no en plena comunión con la Iglesia católica (canon 1124) y entre un católico y uno bautizado (canon 1086). Como hemos señalado antes, el matrimonio entre católicos y otros bautizados no católicos está prohibido sin licencia del Ordinario del lugar, pero es válido aunque se celebre sin tal licencia, mientras el matrimonio entre un católico y un no bautizado no sólo está prohibido, sino que la prohibición comporta un impedimento que, si no interviene la dispensa, hace nulo el matrimonio. Por tanto, si un matrimonio entre un católico y un mormón hubiera sido contraído en el pasado o lo fuera en el futuro como matrimonio entre católico y bautizado, y por lo tanto sin la despensa del impedimento de disparidad de culto, tal matrimonio deberá ser sanado en raíz, si se verifican las condiciones requeridas, o de otro modo será susceptible de una causa de nulidad. Dejando otros capítulos de nulidad, no parece que sean causas específicas en los matrimonios entre católicos y Mormones que pudieran ser fundamento de una nulidad particular.

sábado, 2 de febrero de 2013

Conoce las sectas 6x08

Ponemos ya a su disposición el último programa de "Conoce las sectas", el programa sobre sectarismo de Radio María de España, producido y dirigido por la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). En directo, en radio María de España todos los sábados cada dos semanas a las 20 h. (hora española).


SUMARIO:

- Con nosotros hoy...: La Antroposofía, con D. Vicente Jara.
- Actualidad del sectarismo: con el sacerdote D. Luis Santamaría.